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martes, 5 de septiembre de 2017

La necesaria autoridad

Fuente: “Tu fuerza interior” de Bernardo Stamateas.

El 16 de junio de este año en la entrada titulada “Estaré aquí mismo…”, hablando de mis alumnos/as, comentaba la importancia de que las familias entiendan que la educación de sus hijos e hijas es una tarea compartida y depositen en mí su confianza y la autoridad necesaria para educarlos. Pero ¿qué es la autoridad? En contra de lo que todo el mundo cree, no es dar órdenes, sino tomar decisiones.

Si una madre le dice a su hijo: “Avisa a tu hermana de que salimos a las once y dile que esté lista para esa hora”, él seguramente le va a dar órdenes a la hermana para que se dé prisa, pero este chico no está ejerciendo autoridad; la que ejerció autoridad es la madre que decidió qué debía hacer cada uno.

La autoridad consiste en el ejercicio de la capacidad de decidir. Cada vez que vamos al médico y nos prescribe una medicación, el profesional ejerce autoridad porque decide qué es lo mejor para sus pacientes.

Los niños pequeños no deciden. Somos los padres los que decidimos qué comen, cómo se visten, cuál es el ritmo de la casa, etc. Cada vez que decidimos marcamos un camino a seguir. Cuando dices a un hijo: “Primero tienes que estudiar y después puedes ir a jugar”, estás marcando, decidiendo, mostrando un rumbo, transmitiendo un valor.

Se hace uso de la autoridad para lograr algo. La razón por la que tomamos decisiones sobre nuestros hijos y por la que ejercemos nuestra autoridad es para que ellos liberen su potencial, aprendan a volar y a ser libres. Esa es la diferencia con el autoritarismo, que ejerce maltrato para que el otro no vuele, para que no libere su potencial, para lastimarlo.

Hoy muchos chicos crecen en hogares donde nadie ejerce autoridad. Los hijos que crecen en una casa donde los padres no toman decisiones, lo hacen con inseguridad y temor. Algunos de estos padres piensan que si la ejercen serán tan autoritarios como lo fueron sus propios padres, pero autoridad no es autoritarismo, sino ayudarles a asumir responsabilidades y a crecer.

Imaginemos un niño que comienza a asistir a la escuela. Al principio, los padres le decimos: “Vamos a ver qué tarea tienes que hacer…”, incluso podemos hacerla juntos. Luego, a medida que va avanzando y aprendiendo, le seguimos recordando que tiene tarea. Hasta que llega el momento en que ya la hace solo. Vamos tomando menos decisiones a medida que nuestros hijos crecen en responsabilidad.

Cuando un profesor/a que tiene un grupo de niños/as a su cargo, no toma decisiones (no ejerce autoridad), tarde o temprano sufrirá las consecuencias, porque dará órdenes ambiguas. El profesor/a podrá trabajar mucho, pero los niños y niñas no entenderán sus órdenes y harán lo que quieran o puedan y su trabajo no tendrá un resultado efectivo.

Es fundamental sentarse a determinar qué queremos y qué no queremos. Cuando un profesor/a ve claramente y es responsable (si no hay responsabilidad, tampoco hay autoridad), puede tomar las mejores decisiones, los alumnos/as tendrán órdenes claras e indicaciones específicas y se facilitará el camino para que todo salga bien.

¿Cómo transmitir a nuestros alumnos una decisión que se expresa en forma de orden? Las órdenes tienen que transmitir motivación. Necesitamos dar indicaciones bajo la visión de la meta a alcanzar. “Este es el objetivo, hacia allí nos dirigimos y lo vamos a lograr”. Cuando un niño entiende para qué hace lo que hace, todo resultará más fácil. No es bueno usar el temor, porque el que obedece bajo temor lo hace sintiéndose resentido, frustrado, enojado… y, tarde o temprano, pasará factura.


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