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sábado, 19 de marzo de 2016

Mariposas

Gracias por responderme.


  “Unchained melody”. Maurice Jarre. B.S.O. “Ghost”.

Han sido ya muchas las personas que me han preguntado qué significan las mariposas en mi vida.

La mariposa es el símbolo de este blog. Una oruga lleva en su esencia una mariposa, pero para que se produzca el cambio debe sufrir un proceso de transformación. El gusano en la fase de crisálida tiene que ser digerido por sus propias enzimas para poder ser transformado en mariposa. También nuestra identidad ha de ser digerida para que surja una nueva presencia mucho más en línea con quienes somos en realidad. Ésta sería, según el escritor Juan José Benítez, una repuesta más o menos al norte de la razón.

Al sur de la razón hay otra respuesta de la que no suelo hablar, pues no quiero correr el riesgo de que piensen que estoy perdiendo la cabeza.

De la mano de la obra de Juan José Benítez, he descubierto que el ser humano tiene en su interior recursos que ha olvidado. Entre ellos, uno increíble: si pides la información que precisas, las ideas, las soluciones… la respuesta vendrá. Cuando planteas una pregunta, el Universo te transmite la respuesta.

«Dios conoce lo que necesitas. Él sabe... Siempre sabe. Hay que pedirle respuestas. Hay que pedir información. Él “responde” siempre, a su debido tiempo, aunque en nuestras vidas hay demasiado “ruido” y nos es difícil “escuchar”. Como los seres humanos somos “tan torpes” y a Dios, que es todo imaginación (fíjate que en el universo NADA se repite), le encanta “jugar”, lo mejor es llegar a un acuerdo con Él».

Una vez y otra me repetía:

—Tal vez, yo también pueda… ¿Por qué no? Yo quiero intentarlo. Sería maravilloso…

Desde entonces, casi siempre, cuando lanzo una pregunta, pido como señal la aparición de mariposas. Yo pongo las condiciones y Él siempre me sorprende… ¡Y de qué manera!

En una ocasión, en el mes de marzo, saliendo de casa, pedí como señal ver, ese mismo día, tres mariposas reales en un mismo golpe de vista. Era algo que, al menos conscientemente, nunca me había ocurrido. De regreso a casa, veo dos mariposas revoloteando. Me detengo a mirarlas: son solo dos. Entonces se cruza delante de mis narices, en un primer plano, la tercera… ¡Eso es sentido del humor!

Al mes siguiente, pedí confirmar la misma respuesta con la misma señal de las tres mariposas en el mismo plano de visión, pero esta vez se me olvidó señalar el plazo de tiempo. No habían transcurrido ni cinco minutos cuando, al pasar por un jardín, pude contar más de quince mariposas. ¡Dios mío!... llevo haciendo ese camino más de veinte años y os aseguro que nunca había visto tantas mariposas juntas... ¡Llegué a ver siete mariposas en el mismo plano! Sonreí… y susurré:

—Ya lo sé… No insisto más… Es que soy muy cansina…

Podéis pensar:

—En primavera hay mariposas… todo es normal… ¿qué ocurre, por ejemplo, en invierno?

Un lunes de enero, hice una pregunta por la mañana, temprano, pero, desanimada e invadida por la tristeza, no puse ninguna condición. En realidad, no esperaba una respuesta… Cansada, regresé del trabajo a casa ya de noche. Después de cenar, abrí el correo electrónico. Alguien me había enviado una presentación con cuadros surrealistas en la que se podía escuchar la melodía de la canción “Unchained melody”: ¡Conté cerca de cien mariposas!

En otra ocasión, había quedado con una amiga, antigua compañera, para tomar café. Sentadas en una mesa de la cafetería, vimos entrar una mariposa que, tras revolotear un buen rato por el cristal de la entrada, se acercó a nuestra mesa y al salir nos “acompañó” hasta la calle... Mi amiga, que no salía de su asombro, hizo el siguiente comentario:

—¡Parece como si quisiera jugar...!

Sonreí por su oportuna ocurrencia, pero callé: yo sabía lo que me estaba diciendo…

Seguiría contando y contando, pero lo más importante es que mi historia con las mariposas no es “algo” extraño. Todos contamos con este recurso. Dios quiere que lo “estrujemos”, que lo pongamos a prueba. A Él le encanta. Pídele respuestas y acuerda con Él cómo quieres que te responda para que te sea más fácil poder escucharlo. Lo que se te ocurra. Algo que tenga sentido para ti. No tiene que ser siempre lo mismo. Cada vez puedes pedir que te responda de una manera distinta. Insiste y aprende a “escuchar”.

Las mariposas siguen estando presentes en mi vida, pero ya no las necesito para escuchar sus respuestas.


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