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jueves, 3 de abril de 2014

Sonreír con el rabillo del ojo

Fuente: “El cociente agallas” de Mario Alonso Puig.

Todos sabemos que la sonrisa es algo muy importante, sobre todo cuando hablamos de la sonrisa auténtica y no de la fingida. A la sonrisa auténtica se la conoce como “sonrisa de Duchene”.

Duchene publicó en 1862 que la sonrisa auténtica era aquella en la que se contraía el músculo que rodea a los ojos. Este músculo, que al contraerse arruga el rabillo del ojo, es un músculo involuntario y, por tanto, solo se contrae cuando uno verdaderamente tiene una sensación de felicidad.

Cuando sonreímos de verdad, aumenta la actividad de la región prefrontal izquierda que es generadora de emociones positivas. Por eso es tan saludable sonreír.

Sonreír no solo hace que te sientas más alegre y confiado, sino que además transmites esa alegría y esa confianza a las personas que te rodean.

Hay muchas personas que viven asustadas y a la defensiva. Tu sonrisa les transmite un mensaje muy claro: “Yo no soy tu enemigo”.

Lo que aparentemente es una simple sonrisa, puede tener un gran efecto transformador.

Por eso, te propongo que conviertas en un hábito diario el hecho de sonreír a las personas. Parece sencillo, pero cuesta practicarlo.

William James, el padre de la psicología anglosajona, sostenía que “nosotros, con nuestra conducta, con nuestra manera de comportarnos, podíamos cambiar la forma en la que nos sentimos”. Si este comentario lo aplicamos a la sonrisa, lo que quiere decir es que, si lo natural cuando estoy contento es que sonría, también cuando elija sonreír, aunque de entrada no me apetezca, acabaré sintiéndome más contento. Por eso, “si aprendes a gestionar tu cara, también podrás gestionar tus emociones”.


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