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viernes, 27 de julio de 2012

El deseo de cambiar

Fuente: “Ligero de equipaje. Tony de Mello, un profeta para nuestro tiempo” de Carlos G. Vallés.

En el deseo de cambiarnos a nosotros mismos y/o a otros, casi siempre hay una dosis de intolerancia y eso lo hace peligroso. Si el factor de intolerancia está ausente, el cambio es sano y positivo.

Generalmente, cambiamos para ser aceptados, para responder a las expectativas que se tienen de nosotros o para ajustarnos a la imagen que de nosotros mismos hemos concebido. Nos forzamos a cambiar y esto nunca resulta.

El único cambio aceptable es el que viene de aceptarse a sí mismo. El cambio nunca puede forzarse: el cambio sucede. La gran paradoja del cambio es que solo conseguimos alcanzarlo cuando nos olvidamos de él. La resistencia que oponemos a nosotros mismos, o a cualquier tendencia dentro de nosotros, hace imposible el cambio.

Acepta los hechos, amóldate a la situación, reconcíliate contigo mismo... y el cambio sucederá.

Cuando el prurito del cambio entra para cambiar a los demás, resulta mucho más dañino. Queremos hacer cambiar al otro... ¡por su propio bien, por supuesto! ¡Sería una persona tan completa y feliz si lo hiciera!... y todo por esos defectillos que todo el mundo le ve y que solo él parece no haber notado. Tengo que decírselo, tengo que hacer que se corrija de una vez. Si no puedo hacer eso, al menos tengo que rogarle a Dios para que le haga cambiar según la imagen que hemos decretado para él.

Esta oración es una manera velada, pero evidente, de rechazar al otro. No nos toca a nosotros juzgar, condenar, ordenar el cambio. Deja al otro en paz, acéptalo y ámalo tal como es.

Aceptar la realidad no quiere decir tolerar cualquier tipo de conformismo, pasividad o apatía. Al contrario, es un abrazar gozosamente a todo lo que existe para sacar el mayor partido a las cosas tal como son y a la vida tal como es. Una actitud que lleva a la iniciativa y a la acción para provocar decisiones y cambiar circunstancias.

Hemos de aceptar la realidad como el pájaro acepta sus alas: para volar. Lo importante es no empezar a quejarse del tipo de alas que a uno le ha tocado, a compararlas con las de los demás... para quedarse al fin en el suelo.

Reconocer la realidad, aceptar los hechos y caer en la cuenta de toda situación, no es invitar a la pereza y a la inacción sino lanzar el reto del desarrollo personal y el cambio social.


lunes, 23 de julio de 2012

La conciencia de tu misión

Roberto Shinyashiki

Roberto Shinyashiki es un médico psiquiatra, profesor, empresario y escritor brasileño, nacido en 1952, muy conocido como conferenciante y por sus libros de autoayuda en los que trata siempre de estimular la reflexión sobre la búsqueda del éxito y el equilibrio personal.

En el siguiente texto, Shinyashiki nos invita a reflexionar sobre nuestra razón de ser, de estar y vivir en este Planeta.

«Frecuentemente me pregunto: ¿Qué es lo que cada uno de nosotros está haciendo en este planeta? ¿Es la vida solamente intentar aprovechar al máximo posible las horas y minutos? Tengo la certeza de que existe un sentido mejor en todo lo que vivimos. Para mí, nuestra venida al planeta Tierra tiene básicamente dos motivos: evolucionar espiritualmente y aprender a amar mejor.

Todos nuestros bienes, en verdad, no son nuestros. Somos apenas nuestras almas y debemos aprovechar todas las oportunidades que la vida nos da para mejorar como personas. Por tanto, recuerda siempre que tus fracasos son siempre los mejores profesores y es en los momentos difíciles cuando las personas necesitan encontrar una razón para continuar adelante. Nuestras acciones, especialmente cuando tenemos que superarnos, hacen de nosotros personas mejores. Nuestra capacidad de resistir a las tentaciones, a los desánimos para continuar el camino es lo que nos hace personas especiales.

Nadie vino a esta vida con la misión de juntar dinero y comer de lo bueno y de lo mejor. Ganar dinero y alimentarse es parte de la vida pero no puede ser la razón de la vida. Tengo la certeza de que personas como Martin Luther King, Mahatma Gandhi, Nelson Mandela, Madre Teresa de Calcuta y tantas otras anónimas que lucharon y luchan para mejorar la vida de los más débiles y pobres, no estaban ni están motivadas por la idea de ganar dinero. ¿Qué mueve a esas personas generosas a trabajar diariamente, a no desistir nunca? La respuesta es una sola: la conciencia de su misión en esta vida.

Cuando tienes conciencia de que a través de tu trabajo estás realizando tu misión, desenvuelves una fuerza extra, capaz de llevarte a la cima de la montaña más alta del planeta.

Mucha gente, infelizmente, se pierde en este viaje y distorsiona el sentido de su existencia pensando que acumular bienes materiales es el objetivo de la vida y cuando llega al final del camino, percibe que sólo va a poder llevarse de aquí el bien que hizo a los demás.

Si tienes angustia sin motivo aparente, es un aviso para parar y reflexionar sobre tu estilo de vida. Escucha a tu alma: ella tiene la orientación sobre cuál es el camino que debes seguir.

Todo en la vida es una invitación para el avance y la conquista de valores en la armonía y en la gloria del bien».


jueves, 19 de julio de 2012

Enmienda las Escrituras

Este cuento está incluido en el libro “El canto del pájaro” de Anthony de Mello.


  “Only Time” (“Única vez”). Enya.

Se acercó un hombre sabio a Buda y le dijo: «Las cosas que tú enseñas, señor, no se encuentran en las Santas Escrituras».

«Entonces, ponlas tú en las Escrituras», replicó Buda.

Tras una embarazosa pausa, el hombre siguió diciendo: «¿Me permitiría sugerirle, señor, que algunas de las cosas que vos enseñáis contradicen las Santas Escrituras?».

«Entonces, enmienda las Escrituras», contestó Buda.

En las Naciones Unidas se hizo la propuesta de que se revisaran todas las Escrituras de todas las religiones del mundo. Cualquier cosa en ellas que pudiera llevar a la intolerancia, a la crueldad o al fanatismo, debería ser borrada. Cualquier cosa que de algún modo fuera en contra de la dignidad y el bienestar del hombre debería omitirse.

Cuando se descubrió que el autor de la propuesta era el propio Jesucristo, los periodistas corrieron a visitarle en busca de una más completa explicación. Y ésta fue bien sencilla y breve: «Las Escrituras, como el sábado, son para el hombre», afirmó, «no el hombre para las Escrituras».


domingo, 15 de julio de 2012

La mercancía más preciada

Fuente: “El monje que vendió su Ferrari” de Robin S. Sharma.

Nuestra más importante mercancía es el tiempo. El tiempo se nos escurre de las manos como granitos de arena y ya no vuelve. Se trata de un recurso no renovable.

El dominio del tiempo conduce al dominio de la vida. No sé si os habréis dado cuenta de que las personas más atareadas son las únicas que tienen tiempo para todo y es porque son muy eficaces con su tiempo.

Ser bueno administrando el tiempo no significa volverse adicto al trabajo. Dominar el tiempo debe permitirte disponer de más tiempo para hacer las cosas que tienen más significado para ti.

La naturaleza no previó un ritmo de vida frenético por eso, quienes son dueños de su tiempo viven una vida sencilla.

Invierte tiempo en fomentar tu relación con tu familia y amigos, en estar en contacto con la naturaleza y agradecer todo lo que tienes la suerte de poseer, en renovar tu mente, tu cuerpo y tu espíritu…

Una de las grandes reglas, la regla del veinte, consiste en que de los cientos de actividades a los que dedicamos nuestro tiempo, solo el veinte por ciento tiene influencia sobre la calidad de nuestra vida. Por eso, dirige tu tiempo a actividades que te interesen. Muévete por prioridades. Éste es el secreto del dominio del tiempo.

No dejes que otros te roben tiempo. Cuídate de los ladrones de tiempo. Son esas personas que siempre te llaman por teléfono cuando te has apoltronado en tu butaca para leer una novela. Con tu tiempo has de ser despiadado. Aprende a decir no. La gente te respetará más cuando vea que eres una persona que valora su tiempo.

Dejemos de obrar como si nos quedaran quinientos años de vida. Fomentar una mentalidad de lecho de muerte es una manera nueva de ver la vida, un paradigma, algo que nos recuerda que hoy puede ser el último día y que, por tanto, debemos aprovecharlo al máximo. En realidad, es una filosofía sobre la vida. Se trata de vivir como si cada día fuera el último.

Esta mentalidad puede por sí sola cambiar nuestra vida y aportar un entusiasmo y un ánimo especiales a todo lo que hagamos. Empezaremos a centrarnos en todas las cosas importantes que hemos ido relegando y dejaremos de despilfarrar el tiempo en cosas nimias que nos han ido arrastrando al caos y la crisis.


miércoles, 11 de julio de 2012

Funcionariofobia

“El Jueves”, cuyo subtítulo actual es “la revista que sale los miércoles”, es un semanario de humor satírico, editado en Barcelona desde 1977, que constituye el último superviviente de las revistas que surgieron en el llamado boom del cómic adulto en España. Dedicada a la crítica de la actualidad política, económica y social, en forma de chistes o tiras, se ha visto implicada en diversos procesos judiciales y polémicas.

De forma característica, la portada trata siempre sobre un tema de actualidad candente y es diseñada por alguno de los dibujantes colaboradores de la revista. El editorial analiza el tema de actualidad sobre el que trata la portada, con el tono humorístico y sarcástico habitual, y una sección titulada “Teníamos + portadas”, ofrece otros diseños alternativos para la portada.

“El Jueves” publicó en su nº 1817, del 21 al 27 de marzo, un editorial titulado “No disparen al funcionario” en el que se defiende a los trabajadores públicos. Precisamente hoy, día 11 de julio, las tijeras de los recortes del Gobierno se han cebado con los funcionarios y empleados públicos: el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha anunciado que no cobraremos la paga extraordinaria de Navidad en 2012.

No disparen al funcionario

«Los funcionarios son esos señores y señoras que un buen día aprobaron una oposición en busca de un empleo estable. Su sueldo era seguro, pero escasito. Es más, cuando estalló ese tsunami de falsa prosperidad y este país se llenó de nuevos ricos, su sueldo, en comparación, era claramente una puta mierda. No obstante, la gran ventaja que tenían (esto lo valoran ahora) era que nadie se metía con ellos: en todo caso, si alguien les señalaba, era para compadecerse de su pobreza.

—Mira ese pringao: veinte años en la Administración, y gana al mes la cuarta parte de lo que yo saco en mi empresa sólo en horas extras.

Pero un día la crisis estalló y España, que estaba a punto de adelantar a Francia, según ZP, luego de haber pasado a Italia, empezó a irse al carajo. Resulta que la economía de este país se había basado casi única y exclusivamente en una burbuja inmobiliaria que nadie quiso pinchar a tiempo, y, cuando explotó, lanzó de golpe contra las oficinas del INEM a tres millones de parados. La recaudación fiscal cayó en picado y, como al mismo tiempo aquí se había despilfarrado en obras absurdas lo que no está escrito, corrupciones aparte, la deuda y el déficit se dispararon, se empezó a hablar de quiebra y el gentío volvió la cabeza hacia los culpables de tanta ruina: los jodidos funcionarios, que cada mes se llevan a casa su sueldo calentito, un sueldo que ahora, en comparación con tanto “ni-mileurista” como hay, es muy apetecible.

“¡Es que la partida destinada al pago de las nóminas de los empleados públicos no deja de crecer!”, protesta el gentío. Y lleva razón: tanto en la Administración Central, como en la Autonómica y la Local, cada día hay más gente colocada a dedo y más asesores. Los funcionarios de carrera, o sea, por oposición, no crecen porque sus bajas ya no se cubren, pero cada vez hay más enchufados.

Los gobernantes lo tienen muy fácil a la hora de estrangular a los funcionarios: el gentío ha sentenciado que hay que ir a por ellos. El gentío no distingue entre el burócrata que no da un palo al agua en su negociado (¿Para qué estará la inspección, oyes?) y el médico que no da abasto en urgencias, y los dos son funcionarios. Por eso los empleados públicos lo van a pasar francamente mal en lo que queda de crisis. ¡Les van a recortar hasta la calderilla!

—A ver, usted que tenía diez trienios, a veinte euros el trienio, va a pasar a tener cinco, a diez euros la unidad.

—¿Lo qué?

—Es que Bruselas nos ha dicho que a partir de ahora cada trienio tenga seis años. ¡Todo sea por rebajar el déficit, hombre, no ponga esa cara!

Si por el gentío fuera, incluso habría que fusilar a muchos funcionarios al amanecer, así nos ahorraríamos hasta sus futuras pensiones. Pero tampoco hay que pasarse. A no ser que el déficit se resista, claro».


sábado, 7 de julio de 2012

Dos años despertando

Hoy, día 7 de julio, el blog cumple dos años. Hace un año, finalizaba la entrada “Hoy cumplimos un añito” diciendo: “Os espero a todos y a todas el año que viene”. Pues bien, aquí seguimos. Despertando.


 “Hymne”. Vangelis.

Fuente: “Ahora yo”. Mario Alonso Puig.

A lo largo de los siglos, desde distintas corrientes filosóficas, se nos ha llamado la atención sobre la necesidad que tiene el ser humano de despertar la consciencia dormida, de despertar el alma.

Cuando en nuestras vidas sucede algo distinto de lo que esperamos, nos frustramos, nos llenamos de resentimiento y rechazamos lo que la vida nos envía porque solo somos capaces de ver en ello sufrimiento. Oculta tras ese rechazo, está la parte más oscura del hombre: su soberbia, su arrogancia y su convencimiento de que a él nadie tiene que enseñarle cómo ha de vivir, ni siquiera la propia vida. Vivimos, así, absurdamente enfrentados a algo que nos supera.

Cuando el alma despierta, descubrimos que toda esa sensación de insuficiencia, de impotencia y de incapacidad, es el fruto de una definición que hemos hecho de nosotros mismos.

Cuando el alma despierta, también despiertan sus potencias para crear un impacto transformador: la sabiduría, la creatividad, la energía, la belleza y el amor. Vemos las cosas de otra forma porque ahora somos distintos, “Si yo cambio, todo cambia”, y empezamos a contemplar realidades diferentes porque nuestra mirada, al ganar en profundidad, nos permite ver lo que antes estaba oculto. La nueva visión de uno mismo nos muestra hasta qué punto somos valiosos y los recursos que hasta ahora no habíamos descubierto.

Cuando el alma despierta, aparecen la alegría, la compasión, el milagro y la magia.

Sin embargo, nosotros no podemos despertar nuestra consciencia a voluntad. Lo único que podemos hacer es reconocer con humildad que muchas veces vamos por la vida como si estuviéramos dormidos. Es a partir de ahí cuando podemos poner las condiciones adecuadas para que se produzca ese despertar.

Este segundo año de vida del blog, ha sido para mí un año lleno de oportunidades en el que se han producido y se producirán, si Dios lo quiere, grandes cambios en mi vida: he cambiado de casa y, tras las vacaciones, en septiembre cambiaré de puesto y lugar de trabajo. No creo en la casualidad. Por eso, hago mía la frase de Dag Hammarskjold: “Por todo lo que ha sido, gracias. A todo lo que ha de ser, sí”.

“Si yo cambio, todo cambia” es un filtro para mi experiencia emocional porque, al describirla por medio del lenguaje, elimino mucho de la negatividad que esa emocionalidad pudiera contener.

Me gustaría reiterar que no soy experta en nada y que no pretendo convencer a nadie. Tan solo quiero compartir, desde la humildad y la honestidad, mi visión de la realidad y mi alegría al descubrir en mi interior unos recursos, fortalezas y posibilidades que jamás soñé poseer.

Gracias a todas las personas que visitan y siguen mi blog. A los que habéis llegado este año y a los que lo habéis seguido desde el principio. Sois los que me ayudáis a seguir.

Gracias.

Os espero a todos y a todas, el año que viene.


ALGUNAS ENTRADAS RELACIONADAS EN ESTE BLOG:

- Hoy cumplimos un añito (2011)
- Después de tres años sigue valiendo la pena... (2013)
- Mi compromiso (2014)
- Cambia, mejora el mundo (2015)
- El mejor regalo (2016)

miércoles, 4 de julio de 2012

Gente a rayas

Este cuento está incluido en el libro “El canto del pájaro” de Anthony de Mello.

En cierta ocasión, un predicador preguntó a un grupo de niños: «Si todas las buenas personas fueran blancas y todas las malas personas fueran negras, ¿de qué color seríais vosotros?».

La pequeña Mary Jane respondió «Yo, reverendo, tendría la piel a rayas».

Y así tendrían también la piel el reverendo, y los mahatmas, y los papas, y los santos canonizados.

Los intentos de nuestras santas gentes por ocultar su piel rayada muchas veces no tienen éxito y siempre son fraudulentos.