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lunes, 21 de julio de 2014

Veo horcas

Esta entrada la he etiquetado en el apartado “Un mismo sentir”. Lo que comparto de ella, evidentemente, lo hago desde el lado de la castigada y asfixiada clase media de la que todavía creo formar parte. He de reconocer que Nick Hanauer, un capitalista que se autodefine como “asquerosamente rico”, expone sus ideas con mucha claridad.

El empresario multimillonario estadounidense Nick Hanauer ha escrito en la revista “Politicomagazine” de julio/agosto de 2014, una carta abierta titulada “Las horcas están viniendo… para nosotros los plutócratas”. En ella, advierte a sus compañeros más ricos del peligro que para ellos supone la creciente desigualdad y desmonta algunas creencias establecidas sobre el funcionamiento de la economía.

Desde que empezó la crisis, Hanouer ha pedido en numerosas ocasiones más impuestos para los ricos y ha desatado polémicas aquí y allá hasta el punto de que llegó a ser censurado en una charla en el importante evento tecnológico TED. Ahora vuelve a la carga abogando por un salario mínimo más elevado que combata la desigualdad porque, a la larga, también beneficiará a los ricos.

Nick Hanauer es uno de los inversores más importantes de Estados Unidos. Ha fundado, cofundado y financiado más de 30 empresas entre las que destacan Amazon.com y aQuantive (vendida a Microsoft en 2007 por 6400 millones de dólares). Según él, su éxito se debe a su gran tolerancia al riesgo y a su intuición sobre lo que sucederá en el futuro y, precisamente, lo que ahora ve en el futuro de los más ricos son horcas.

«Al mismo tiempo que gente como usted o yo prosperan más allá de los sueños de cualquier plutócrata de la historia, el resto del país, el 99,99%, se está quedando muy atrás. La brecha entre los ricos y los pobres está aumentando muy, muy rapidísimamente. En 1980, el 1 % de la población controlaba aproximadamente el 8 % del ingreso nacional de los EE.UU. Hoy en día el 1 % posee alrededor del 20 % de las riquezas.

Pero el problema no es que haya desigualdad. La desigualdad es inherente a cualquier economía capitalista. El problema es que la desigualdad se encuentra en niveles históricamente altos y empeora cada día. Nuestro país cada vez es menos una sociedad capitalista y más una sociedad feudal. A menos que nuestras políticas cambien drásticamente, la clase media va a desaparecer y nos veremos de vuelta a finales del siglo XVIII en Francia antes de la revolución.

Por eso tengo un mensaje para mis compañeros asquerosamente ricos, para todos aquellos que vivimos encerrados en nuestras burbujas cerradas: Despertad. Esto no va a durar. Si no hacemos algo para arreglar las desigualdades en nuestra economía, las horcas van a venir a por nosotros.

Ninguna sociedad puede sostener este tipo de aumento de la desigualdad. De hecho, no hay ningún ejemplo en la historia humana donde veamos una riqueza acumulada como la actual y las horcas no hagan acto de presencia. Una sociedad tan desigual conlleva un estado policial o una revolución. No hay contraejemplos. Ninguno. No se trata de si eso sucederá, sino de cuándo sucederá.

Muchos de nosotros pensamos que somos especiales porque “esto es América”. Creemos que somos inmunes a las mismas fuerzas que iniciaron la Primavera árabe o las Revoluciones francesa y rusa. Sé que mis compañeros del 0,01% privilegiado tienden a descartar este tipo de argumentos. Muchos de ustedes ya me han dicho directamente a la cara que estoy completamente loco. Sé que, para muchos de ustedes, por el simple hecho de ver a un pobre con un iPhone, la desigualdad es una ficción.

Aquí es cuando les digo: ustedes viven en un mundo de ensueño. Todos ustedes quieren creer que cuando las circunstancias se aproximen a un punto de inflexión, de alguna manera podremos detectarlo y subvertir el proceso antes de que todo estalle. Pero cualquier estudiante de historia sabe que las cosas no suceden nunca de esta manera. Las revoluciones, como las quiebras, se aproximan poco a poco, y estallan de repente. Un día, alguien se prende fuego a lo bonzo y, de golpe, miles de personas inundan las calles y antes de que te des cuenta, el país entero está ardiendo por los cuatro costados. Entonces es cuando la gente como nosotros apenas tiene tiempo de llegar al aeropuerto y huir a Nueva Zelanda. Esa es la forma en que siempre sucede.

Si la desigualdad sigue aumentando como hasta ahora, esto va a acabar sucediendo. No seremos capaces de predecir cuándo y resultará terrible para todos. Pero especialmente para “nosotros”.

Lo más irónico del aumento de la desigualdad es que es algo totalmente innecesario y contraproducente. Si hacemos algo al respecto, si reajustamos nuestras políticas, como por ejemplo hizo Franklin D. Roosevelt durante la Gran Depresión, ayudando al 99 % y anticipándonos a los revolucionarios y a los locos, (a esos que vendrán a lincharnos con las horcas), estaremos haciendo lo mejor para nosotros mismos, la gente rica. Entonces, no solo salvaremos nuestras vidas; con toda seguridad, nos haremos aún más ricos».

Nick Hanauer

Para Hanauer las masas son realmente las creadoras de riqueza y prosperidad: cuanto más dinero tienen los trabajadores, más clientes tienen los negocios, que a su vez necesitan más empleados. Por eso defiende que se suba el salario mínimo y se deje de decir que si se paga más a los empleados se va a disparar el desempleo y se va a destruir la economía.

“Equilibrar el poder entre los trabajadores y los multimillonarios elevando el salario mínimo no es malo para el capitalismo. Es una herramienta indispensable para un capitalismo estable y sostenible”.

Esta carta abierta concluye: “…O podemos sentarnos, no hacer nada y disfrutar de nuestros yates. Y esperar que vengan las horcas”.


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