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jueves, 29 de agosto de 2013

Te vas como en sueños, dormido, vestido de mar

“El náufrago que se ahoga es más grande que el mar; porque el náufrago sabe que se muere y el mar no sabe que lo mata”.
Antonio Gala. “El manuscrito carmesí”.

No puedo continuar con este blog sin expresar antes mi dolor. Estoy escribiendo esta entrada con el alma desgarrada por la pérdida, repentina y trágica, de uno de mis hermanos.

 “Alfonsina y el mar”. Versión instrumental. Piano.

Vinimos a este mundo, quizás lo elegimos, en el mismo barco: una misma familia, dotación genética, época, lugar…, pero en tu equipaje traías una sensibilidad exquisita que en este mundo solo podía servirte para sufrir. Te esforzaste toda tu vida en construir una coraza que la ocultara y te defendiera, por eso solo supimos de ella los que te amamos.

Aunque todos los hermanos traíamos un espíritu marcadamente independiente, nos educaron, especialmente nuestra madre, en el amor y ayuda a la familia de manera que, aunque siempre nos hemos regocijado con los momentos felices de los otros, han sido los difíciles los que nos han unido de forma muy especial. También ahora.

Hace unos años, cuando superaste una grave enfermedad, pudimos ver cómo tu destino se reía de las probabilidades. Siempre has considerado los años vividos desde entonces, un regalo que finalizó el pasado domingo mientras te bañabas en el mar.

De tu paso por la Tierra quedarán en Jaén y otras provincias de Andalucía, durante mucho tiempo, incluso cuando ya nadie nos recuerde, nuevos barrios repletos de edificios construidos con el buen hacer de tu trabajo como aparejador en el que has sido, por méritos propios, respetado, valorado y querido. Todos estamos orgullosos de ti.

Has vivido una vida de gran servicio a mucha gente. Tienes una hija maravillosa a la que adoras y te adora. Por eso, no importa que hayas cometido errores y si es que existe algo que te gustaría cambiar, tienes toda una eternidad para hacerlo.

Ahora que la existencia ya no es para ti una incógnita, comprenderás que la vida, que no es justa, es elección y en gran medida la que decidimos que sea. Disfrutaste de la vida, sin duda, pero se te olvidó que aquí también podías ser feliz… Nunca pude entenderte del todo, pero el amor que te tenía me bastaba.

Que allá donde estés te arrope todo el bien que has hecho en tu paso por la vida y el amor de los de allí, que ya son muchos, y de los que aquí quedamos recordándote y queriéndote.


1 comentario

  1. Esta emotiva entrada hubiera merecido ser leída a modo de elogio fúnebre el día de su funeral. Creo que todos los que fuimos sus amigos y compartimos con él parte de nuestra vida,sentimos y entendemos tus reflexiones como propias. Hasta yo,acostumbrado a mirar la muerte como algo natural, me he conmovido ante la serena expresión de tu dolor.
    Un abrazo

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