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miércoles, 13 de marzo de 2013

El nuevo “Gran Hermano” del siglo XXI

El contenido de esta entrada, que trae a mi memoria la novela “1984” de George Orwell, de ahí su título, me llegó a través de un correo electrónico y desconozco su autor. Nos presenta, con mucho humor, el tema de las organizaciones que ejercen un control, que yo percibo como excesivo, peligroso e invasivo, de la intimidad. Eso sí, con muy buenos modales. A ver qué os parece.

¡Ring, riiiiiing!

—Pizzería Google. ¡Buenas noches! ¿Dígame?

—¿Pizzería qué?

—Pizzería Google, señor. ¿Cuál es su pedido?

—Pero... ¿no es la Pizzería “La Mamma”?

—Era, señor, era… Google ha comprado la pizzería y ahora el servicio es más completo.

—Estupendo. ¿Puede usted tomar nota de mi pedido, por favor?

—Naturalmente, ¿el señor desea lo de siempre?

—¿Lo de siempre? ¿Es que me conoce?

—Tenemos un identificador de llamadas y, de acuerdo con su teléfono, sabemos que las 53 últimas veces que llamó pidió una pizza mixta de cuatro quesos y calabresa con una cerveza bien fría.

—¡Vaya, no me había dado cuenta…! Bien, pues quiero lo mismo.

—Señor, ¿puedo hacerle una sugerencia?

—Por supuesto. ¿Tiene una pizza nueva en el menú?

—No, señor. Nuestro menú es muy completo, pero me gustaría sugerirle la de requesón y rúcula con una botella de agua de baja mineralización.

—¿Requesón?, ¿Rúcula?, ¿Mineralización baja?... ¿Pero está usted loco? ¡Yo odio esas cosas!

—Pero, señor, son buenas para su salud. Además, su colesterol está por las nubes...

—¿Y usted cómo lo sabe?

—Mire, señor, nuestra empresa tiene la mayor base de datos del planeta. Hemos cruzado su llamada con su nombre y tenemos a la vista la información del laboratorio donde le hacen a usted las pruebas.

—¡Joder con la base de datos! Me estoy medicinando y como lo que me da la gana, ¿se entera?

—Señor, lo siento, pero creo que usted no ha tomado su medicina últimamente.

—¿Ah sí? ¿Y cómo lo sabes? ¿Es que me estás mirando todo el santo día?

—¡No, qué va!... es que también tenemos la base de datos de las farmacias de la ciudad. La última vez que compró su medicamento para el colesterol fue hace tres meses. Y la caja contiene 30 comprimidos.

—¡Maldita sea! ¿Y cómo es que también sabes eso?

—Por su tarjeta de crédito, señor...

—¿Qué?

—Sí, tiene usted el hábito de comprar sus medicamentos en una farmacia que le ofrece descuentos si se paga con tarjeta de crédito del Banco “Bang Bang”. Tenemos una base de datos de sus gastos con la tarjeta. Hace tres meses que no ha comprado nada allí, pero, en cambio, sí la utiliza en otros establecimientos, lo cual nos indica que no la ha extraviado.

—¿A sí? ¿Y no puedo haber pagado en efectivo en la farmacia?, ¿eh?, ¿eh? A ver qué dices a eso, listillo...

—No es probable, señor. Verá, usted sólo paga en efectivo 200 € semanales a su empleada de hogar y el resto de sus gastos los hace siempre con tarjeta de crédito.

—¿Y cómo sabéis lo que gana mi empleada de hogar?

—Le paga la Seguridad Social ¿no...?

—¡Vete a freír espárragos!

—Como usted mande. Lo siento, señor, pero es que todo está en mi pantalla y tengo el deber de ayudarle. Creo que usted debería volver a programar la consulta con su médico, a la que faltó, y llevarle los resultados de los exámenes que se hizo el mes pasado para que le ajuste la medicación.

—Mira, guapete, estoy harto de ti, de los ordenadores, de las bases de datos, de internet, de Google , de Facebook, de Twiter, de la falta de privacidad, del siglo XXI y de este puñetero país...

—Pero, señor..., por favor, no se excite. No le conviene…

—¡Cállate de una vez! Mañana mismo me mudo bien lejos de este país. A las Islas Fiji o a cualquier otra parte que no tenga internet, ordenadores, teléfono ni gente vigilándome todo el tiempo...

—Entiendo, señor...

—Voy a usar mi tarjeta de crédito por última vez para comprar un billete de avión e irme a los confines del planeta.

—Perfectamente, señor...

—Puede cancelar mi pizza. Ya no la quiero.

—De acuerdo, señor, ya la tiene usted cancelada. Pero, si me permite, una última cosa más, señor...

—¿Y ahora qué leche quieres?

—Solo avisarle de que tiene su pasaporte caducado.


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